miércoles, 30 de septiembre de 2009

"ESCRITO A MANO" por Guillermo Jaim Etcheverry

En la última página de la Revista La Nación del domingo próximo pasado (27/09/2009), el ensayista y educador Guillermo Jaim Etcheverry, firma una nota de su autoría titulada "Escrito a mano".-
Sin perjuicio de sugerir su lectura completa, en muy apretada síntesis el autor sugiere que el gradual abandono de la escritura "a mano", cada vez más desplazada por el procesamiento de textos mediante computadoras, estaría operando una auténtica "emergencia cultural" que, por supuesto, va mucho más allá del aspecto nostálgico que destaca al comienzo al preguntarse "cuánto hace que no experimentamos el placer de recibir una carta manuscrita en letra cursiva?".-
Hay un párrafo que me parece interesante destacar por lo sugestivo de la idea que transmite. Dice Jaim: "En la escritura cursiva, el hecho de que las letras estén unidas unas a otras por trazos permite que el pensamiento fluya con armonía de la mente a la hoja de papel. Al ligar las letras con la línea, quien escribe vincula los pensamientos traduciéndolos en palabras. Por su parte, el escribir en letra de imprenta, alternativa que se ha ido imponiendo, implica escindir lo que se piensa en letras, desguazarlo, anular el tiempo de la frase, interrumpir su ritmo y su respiración. Si bien ya resulta claro que las computadoras son un apéndice de nuestro ser, hay que advertir que favorecen un pensamiento binario, mientras que la escritura a mano es rica, diversa, individual, y nos diferencia a unos de otros".-
El tema tiene una estrecha vinculación con una actividad como la abogacía, en la que permanentemente nos vemos compelidos a la escritura como único medio o vehículo para comunicar o expresar nuestras ideas.-
De hecho, la aparición del procesador de texto ha alterado radicalmente el modo de trabajar de los abogados. Hoy resultaría inviable la tarea del curial sin el auxilio de la computadora como una herramienta que en muchos sentidos agiliza la faena de redactar un escrito judicial.-
Ello, no obstante, no es sinónimo de calidad en la comunicación escrita. Contrariamente a lo que podría creerse, es cada vez más común comprobar la pobreza expresiva que traducen los escritos de los abogados y, también, de las sentencias judiciales, a pesar que los operadores de esta actividad comunitaria cuentan con el auxilio de un soporte tecnológico del que no disponían hace apenas unas décadas ni los jueces ni los abogados de antaño.-
¿Será, quizá, que como sugiere Umberto Eco, citado por Jaim, "la escritura cursiva exige compone la frase mentalmente antes de escribirla, requisito que la computadura no sugiere", que "la resistencia que ofrecen la pluma y el papel, impone una lentitud reflexiva" mucho más fecunda en resultados?.-
Que mejorar nuestra capacidad comunicativa redunda, sin lugar a dudas, en la optimización de los resultados de nuestra faena profesional, es algo que destaca bien Cueto Rúa en su artículo "El buen abogado litigante" (Una visión realista del derecho. Los jueces y los abogados, Editorial Abeledo Perrot, pág. 177) pues si lo expresado no es comprendido, difícilmente lo pretendido sea receptado. Por tanto, "el abogado debe mejorar su estilo literario y su retórica para acceder eficazmente al intelecto de sus oyentes: el juez, la contraparte, el cliente, los tribunales superiores. Sólo lo logrará si habla con claridad, de una manera coherente y ordenada, persuasiva, utilizando palabras apropiadas en su respectivo contexto" (op. cit., pág. 178).-
Dr. Luis Fermín Mundutéguy.-